Sobre el sentido de la existencia. Parte I
Corrientes helenísticas. Epicureismo y estoicismo
Comenzaremos el tema centrándonos en estas dos corrientes helenísticas. No solo por la lógica cronológica. También porque creemos que son corrientes que aún nos sirven para entender algunas posturas históricas que han influido en nuestra actualidad, como luego veremos.
Para comprender la importancia de las corrientes helenísticas no podemos olvidar la distinción entre filosofía y religión. En estas escuelas se discutía y se pensaba en torno al bien humano ético. Y no lo hacían propugnando rituales mágicos, o creencias basadas en el dogma de alguna clase de revelación. Es filosofía porque creen en la razón dialéctica y la practican. Tienen un compromiso con la realidad y creen en una verdad universal que se puede alcanzar gracias al ejercicio de la racionalidad, características de las filosofías de estos tiempos, que algunas filosofías actuales comparten. En concreto, además, estas dos escuelas nos interesan porque no practican el clasicismo elitista ético (como por ejemplo sí lo hacían otras, véase los peripatéticos de Aristóteles o los académicos de Platón). Ahora vamos a ver alguna de sus características similares.
Martha Nussbaum, en su libro La Terapia Del Deseo, teoría y práctica en la ética helenística, nos señala una cuestión muy interesante a la que le vamos a prestar atención para introducirnos en los epicúreos y los estoicos en este tema: la práctica de las teorías éticas helenísticas son prácticas que se basan en la idea de salud como bien y no tanto en la de verdad como bien. Se centran en la analogía con la ciencia médica en tanto terapia (del griego θεραπεία, que alude a verbos como cuidar, atender y curar). Mientras que el médico investiga la cura del cuerpo, el filósofo investigará cómo realizar el florecimiento humano del alma (entendida como psique, del griego ψυχή, sin ningún componente metafísico). Las enfermedades que verá este médico filosófico serán las relacionadas con problemas de juicios y creencias.
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La polis griega y las escuelas filosóficas |
Como veremos, propugnan que la cura del alma/psique está en permanecer inalterables frente a las emociones, es decir, extirparlas de nosotros mismos. Esto se debe a que entienden eudaimonía como un estado que se consigue tras haber extirpado las pasiones y los sufrimientos (que, como veremos, sufrir y sentir se hacen casi homogéneos en su razonamiento). Las pasiones pueden llegar a parecernos incontrolables ¿Quién no se ha sentido alguna vez abrumado por sentir lo que siente y no poder evitarlo? Esas veces sentimos que nos zarandean intempestivamente, como si nosotros fuésemos un barco y las pasiones fueran la tormenta que no nos deja navegar. Ambas escuelas reconocen que solo podremos encontrar la libertad sin estas tormentas, es decir, sin sentimientos.
Toda la analogía médica presenta el movimiento de las corrientes helenísticas como muy individualizado. Pero si pensamos políticamente, ¿podemos creer que los estoicos y los epicúreos intentaban cambiar el deseo y el pensamiento para lograr un cambio social? Dejamos el planteamiento abierto. Ahora vamos a desarrollar la explicación de ambos movimientos.
11. Bibliografía
“Todas
las escuelas filosóficas helenísticas de Grecia y Roma –epicúreos, escépticos y
estoicos- concibieron la filosofía como un medio para afrontar las
dificultades más penosas de la vida humana. Veían al filósofo como un
médico compasivo cuyas artes podían curar muchos y abundantes tipos de sufrimiento
humano. Practicaban la filosofía no como una técnica intelectual elitista
dedicada a la exhibición de la inteligencia, sino como un arte comprometido cuyo
fin era luchar contra la desdicha humana. Centraban por tanto su atención en
cuestiones de importancia cotidiana y urgente para el ser
humano: el temor a la muerte, el amor y la sexualidad, la cólera y la agresión.
Cuestiones que muchas veces se evitan como embarazosamente complicadas y
personales por parte de las variedades más elitistas de la filosofía.” Martha
Nussbaum, La terapia del deseo, páginas 21 y 22.
Comenta este párrafo
explicando con tus palabras qué era lo que hacía el estoico, por un lado, y el
epicúreo, por otro, para afrontar las desdichas humanas. ¿Preferirías una
postura antes que la otra? ¿Por qué? (puedes preferir las dos, o ninguna, pero
todas las opciones han de estar justificadas)
Qué es el
epicureísmo:
Es un movimiento filosófico que
abarca la búsqueda de una vida feliz mediante la búsqueda inteligente de
placeres, la ataraxia (ausencia de turbación) y las amistades
entre sus correligionarios.
1. Cuál es su
origen:
Fue una corriente de
pensamiento filosófico enseñada por Epicuro de Samos,
filósofo ateniense del siglo IV a. C. (341 a. C.)
que fundó una escuela llamada Jardín y cuyas ideas fueron seguidas
por otros filósofos, llamados epicúreos.
2. Sobre qué trata
el epicureísmo:
Epicuro va a centrar todo su
movimiento en una pregunta esencial ¿podemos evitar ser infelices? Y se va a
responder afirmativamente, ahora veremos cómo.
Lo primero es pensar en qué nos
hace infelices. El sufrimiento, responderán los epicúreos, es la enfermedad
humana. Y hay dos clases de sufrimientos: el corporal y el psicológico. Las
enfermedades que más le afectan al ser humano no son las de los
sufrimientos puramente corporales, sino las del alma. Las corporales, si son
momentáneas solo duelen un rato y si son crónicas, el cuerpo se acostumbra a
ellas. Los sufrimientos del alma se refieren a todas las creencias (conscientes
e inconscientes) que turban la razón. Por lo tanto, para curar al alma solo
necesitamos la práctica de la filosofía en nuestras vidas. Pero Epicuro no
piensa que todas las creencias sean malas, solo las falsas. También creía, a
diferencia del platonismo, que en los sentidos que percibe el cuerpo había
verdad. Para Epicuro, los sentidos tienen la posibilidad de encontrar la verdad
de nuestra realidad, aunque para ello hemos de entrenarlos. Por tanto, en los
sentidos de nuestro cuerpo hay sabiduría, siempre necesaria para la terapia epicúrea.
Para pensar en las creencias
que son falsas y hacen daño, Epicuro piensa en un ser que aún no haya sido
corrompido: el niño o el animal. Ambos seres no han caído en la desgracia de
haber sido instruidos y acostumbrados a las creencias falsas. El
error está en la creencia. Pero pese a que el infante o el animal saben apuntar
en la dirección correcta de la felicidad, no están preparados para usar la
razón y poder así llegar a ella. La razón aquí es una herramienta para alcanzar
la eudaimonía. Todo saber está instrumentalizado para llegar a
ella. A diferencia de otras corrientes, Epicuro no encontraba valor a la
filosofía si no se centraba en la persecución de la vida feliz. Esto quiere
decir que el uso que hacían de la razón era solo instrumental. Recordemos la
pregunta con la que iniciábamos esta sección sobre el epicureísmo: ¿podemos
evitar ser infelices? Claro que sí, decíamos que respondía el sabio griego de
Samos. Para ello debemos centrar todas nuestras energías en la consecución de
la felicidad. Y para ello no necesitamos usar la razón para otra cosa que no
sea ocuparse de la felicidad.
Dentro de la filosofía epicúrea
el fin estaba claro. Cuando un ser humano maduro vive tranquilo no aspira a más
en su vida. La tranquilidad (ataraxia) y evitar el sufrimiento (aponía)
es lo que nos dará la felicidad, siempre que tengamos una comunidad con la que
compartirla. Para ellos, el orden político no tenía ningún valor. Uno no debía
cambiar el statu quo, sino su alma. Dejar de creer en falsedades.
Un epicúreo solo debía aspirar a esta tranquilidad ascética y a vivir en
armonía y amistad dentro de su Jardín.
3. Importancia
histórica del movimiento:
Podemos ver reflejos del
epicureísmo en el cristianismo primitivo, como se refleja en el tema de la
amistad en las comunidades paulinas. También lo encontramos reflejado en
momentos más contemporáneos. Marx hizo su tesis sobre La diferencia de
la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro. Recordamos que
Demócrito fue un filósofo presocrático, el padre de la concepción atomista de
la materia, de la cual Epicuro era partidario (pensaba que todo,
hasta el alma también estaba compuesta de átomos). Bertrand Russell también
recurre a la teoría epicúrea sobre la felicidad para plantearse en pleno s. XX
el sentido de la vida. Por último, el ateísmo de Epicuro es utilizado por
Blumenberg para justificar el abandono de la curiosidad infinita como
imperativo humano.
4. Tratamiento que
se le da las pasiones en general:
Epicuro haya la verdad-bien en
el cuerpo, en la información que de él sacamos, de sus necesidades y de sus
apetencias. Todos los saberes son instrumentales, no necesarios para nuestra
felicidad, aunque, como ya hemos dicho, la información que sacamos del cuerpo
necesita entrenamiento. La criatura natural (el niño y la bestia) comprende
este fin último, pero no consigue usar los instrumentos para alcanzarlo. La
filosofía enfocada a argumentar a favor de una vida buena basada en la
felicidad está lista para ser utilizada por el ser adulto.
La información que sacamos del
cuerpo viene en forma de deseos, pero ¿son todos los deseos satisfactorios para
una vida feliz según Epicuro? Ahora vamos a ver la clasificación que se hacía
en la escuela. Dividían los deseos en dos: naturales y no naturales.
- Deseos
naturales: su principal
característica es que todos pueden cumplirse, y, además, tienen límite
cuando se cumplen. Su objeto está en la naturaleza. Deseo de un buen
funcionamiento del cuerpo: deseo sexual, hambre, deseo de vivir abrigado…
Problemas como querer comer exquisitos manjares, vestirse con lujosos
vestidos o la erotización romántica vienen por creencias equivocadas del
vulgo. Como ya hemos dicho, las creencias son las culpables de todo mal.
Por ello, deberemos aprender a pensar en qué es lo imprescindible y qué
no.
- Deseos vanos: a diferencia de los primeros, no tienen límites,
son deseos ansiosos per se. Su objeto deseante no se encuentra
en la naturaleza. Son la inmortalidad (objeto totalmente infinito), lujo y
exquisiteces (difíciles de obtener, que no están en la propia naturaleza),
o el dinero y la erotización sin sujeto (sin ningún límite definido para
satisfacerse, ya que el objeto de deseo es de por sí inasible).
El verdadero placer no es
aditivo. Los placeres son completos en cada momento que se realizan. Por tanto,
no se cumple la lógica de la máxima cuantitativa, ya que su valor no está
en las veces que realizamos el placer, sino en vivir sin turbaciones.
Thetrapharmakon.
Las creencias falsas responden a miedos irracionales. La lucha contra éstos será parte fundamental de la doctrina epicúrea. A esta parte se le llama Thetrapharmakon: medicina contra los cuatro miedos. Estos son los siguientes:
Las creencias falsas responden a miedos irracionales. La lucha contra éstos será parte fundamental de la doctrina epicúrea. A esta parte se le llama Thetrapharmakon: medicina contra los cuatro miedos. Estos son los siguientes:
- El temor a los
dioses. Los dioses
no intervienen en la vida de los seres humanos. Están demasiado alejados de
nuestras vidas como para que tenga sentido temerles. La religión es falsa
porque se basa en la creencia del miedo que hemos de tenerle a los dioses.
No debe ser esta una razón para obrar. El epicúreo debe querer elevarse
como un dios, ya que ahí reside una parte del atractivo de esta filosofía.
No se rechaza a los dioses del todo, porque se les toma en cierta medida
como modelos.
- El temor a la
muerte. “El correcto
conocimiento de que la muerte no es nada para nosotros
hace placentera la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo
ilimitado, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. En efecto, nada
terrible hay en el vivir para quien ha comprendido realmente que no hay
nada terrible en el hecho de no vivir” (Nussbaum, 2013, 152). Podríamos
resumir este párrafo con aquella frase que dijo el poeta, Federico García
Lorca: “como no me preocupo de nacer, no me preocupo de morir”
- No hay razón
para temerle al futuro. Ya sea porque el destino viene
dado o porque nos lo fabriquemos nosotros, hemos de pensar vivir en el
presente, que es el único lugar donde podemos encontrar la Eudaimonía.
Cuando vengan tiempos peores, con recordar los buenos tiempos nos será
suficiente.
- Nos
encontramos con el último: el miedo al dolor. El dolor físico
puede ser o crónico o puntual. En el primer caso, uno se acaba
acostumbrando. En cambio, en el segundo, hemos de recordar que sólo es
puntual. Como en el punto sobre el futuro, Epicuro nos pone en valor el
recuerdo de tiempos mejores como mitigante del dolor.
Ataraxia y aponía.
Ya las hemos mencionado, pero
no explicado. La ataraxia (ausencia de turbación) y la aponía (ausencia
de dolor) son los dos puntos fuertes que se observan en la filosofía epicúrea
para conseguir la felicidad. Ambos se basan en la necesidad de mitigar los efectos
de las emociones que se producen en el individuo. Se reconoce el papel
importante del placer, que se consigue cuando se satisfacen los deseos. Pero
como ya hemos visto, no todos los deseos son válidos. Mediante el uso de la
razón, vemos cómo los deseos que no son naturales y necesarios no nos conducen
a la tranquilidad espiritual propia del sabio. Por tanto, si no nos llevan a la
vida plácida de este no nos interesan. Hemos de practicar lo mismo que el sabio
porque es la vida ascética la que huye de los sufrimientos con garantías de
éxito asegurada.
5. Qué piensan del
aburrimiento en concreto
La ataraxia es la ausencia de
turbación, como ya hemos dicho. Pese a que el ideal ascético de ser sabio pueda
parecer aburrido por naturaleza en nuestra mirada contemporánea, Epicuro, como
hemos visto, hace un razonamiento sobre los sufrimientos que acarrean los
placeres no naturales e innecesarios por los que se justifica una vida basada
en la tranquilidad que reporta al espíritu la vida en sobriedad.
Comparados con el gozo frugal
que dan estos placeres, son demasiado efímeros como para ser placeres
de verdad (completos y absolutos). Además, conllevan a demasiado dolor
como para que los tengamos en cuenta a la hora de pensar en una felicidad
plena. Por tanto, tenemos que elegir el modelo de vida ascético porque será
este el que nos reporte una felicidad incorruptible.
Y esto es así porque hay algo
que no pierde de vista el pensamiento epicúreo: nuestra finitud nos condiciona.
No le temen a la muerte porque tampoco envidian la inmortalidad. Ello es
gracias a un pensamiento que se constriñe en el ideal de la vida ética de lo
que viene dado por naturaleza. No solo merecen la pena únicamente los deseos
naturales que son necesarios para la vida, sino que también todo el pensamiento
epicúreo está centrado en limitar el ansia humana de querer aspirar a los
cielos.
El aburrimiento no existe en el
epicureísmo porque todo está centrado en el esfuerzo constante de ser feliz.
Ser feliz es algo que no viene dado, sino que hay que trabajarlo. Tenemos que
eliminar de nosotros mismos todas nuestras falsas creencias, por lo que no
tenemos tiempo de pensar en la vida de otra manera que no sea como un deber
hacer una de-construcción constante de nosotros mismos. En todo caso, existiría
como un vicio, de aquel que no sabe cuál es la creencia correcta.
Qué es el
estoicismo
El estoicismo es un movimiento
filosófico que trata de usar la filosofía para llegar a la eudaimonía. Hasta
aquí es parecido al epicureísmo, aunque como vamos a ver ahora, la forma de
conseguir llegar a la felicidad difiere en bastantes aspectos.
1. Cuál es su
origen
Fundado en Grecia por Zenón de
Citio en el s. II antes de nuestra era (concretamente en el 301 a.C.). El
nombre viene dado porque se reunían en torno a una stoa (una
de las columnas como las que se ven en la imagen). En concreto, comenzaron a
reunirse en el pórtico que daba al Ágora de Atenas, el
llamado Pórtico pintado, originariamente llamada «Pórtico de Pisianacte».
2. Sobre qué trata
el estoicismo
Como vimos en la introducción del tema, estas corrientes filosóficas helenísticas se valen de la analogía con la medicina para explicar la idoneidad de la filosofía para curar el alma humana. Pero, a diferencia del epicureísmo, la prescripción del médico-maestro no será tan doctrinal, ya que los estoicos pensaban que es el paciente-discípulo el que ha de convertirse en su propio sanador.
Como vimos en la introducción del tema, estas corrientes filosóficas helenísticas se valen de la analogía con la medicina para explicar la idoneidad de la filosofía para curar el alma humana. Pero, a diferencia del epicureísmo, la prescripción del médico-maestro no será tan doctrinal, ya que los estoicos pensaban que es el paciente-discípulo el que ha de convertirse en su propio sanador.
¿A qué se debe este cambio? A
la confianza absoluta que le otorga el estoico al uso de la razón. El uso de la
razón es propio e intransferible. Ha de ser cada individuo el que practique el
razonamiento. Y no solo como valor instrumental. La razón tiene valor por sí
misma. Esto es así porque los razonamientos nos sirven para hacernos mejores y
excelentes. La importancia de la razón sobre otras cuestiones se debe a que los
estoicos vieron que lo que nos volvía como seres humanos una especie diferente
era la capacidad de razonar. Las bestias y las fieras no razonan, mientras que
toda la humanidad lo hace, o, mejor dicho, puede hacerlo. Cuando decimos
que toda la humanidad lo hace lo decimos porque todos
los seres humanos, esclavos y libres, hombres y mujeres, tienen esta
capacidad.
En el estoicismo, por tanto, se
proclama una idea de Humanidad. Los estoicos se consideran ciudadanos
del mundo. El cosmopolitismo es esencial, ya que su progresión a la
eudaimonía no se entiende si no se practica el cambio social hacia la paz entre
todos los seres humanos. Los estoicos se imponen a sí mismos la idea de
establecer una sociedad justa. Es por ello que el estoicismo lleva a cabo una
crítica radical de las convenciones y creencias ordinarias. Y como también
ocurría en el epicureísmo, dejan en su stoa participar a
mujeres y esclavos. Creían que en una ciudad ideal se eliminarían incluso las
distinciones en el vestir entre hombres y mujeres. En esto sí se diferencian de
los epicúreos, que no tenían aspiraciones de cambiar el statu quo,
sino de vivir en paz con sus amigos en la comunidad del Jardín.
Como la base de la práctica
estoica es la razón, ya que es nuestro trocito de divinidad compartida por
todos los seres humanos, en todos los escritos estoicos hay un gran respeto por
el razonamiento y la participación activa del interlocutor. El respeto viene
dado por la dignidad que tienen todos los seres humanos, ya que todos son
capaces de razonar. Ya hemos dicho que hacen una clara distinción entre los
seres humanos y los animales. La razón es el fundamento de la humanidad, lo que
la diferencia de las bestias y las fieras y lo que nos acerca a los dioses.
Todo lo demás (riqueza o posición social) son características externas e
irrelevantes.
Podemos resumir todo lo dicho
anteriormente en estos cuatro puntos:
1. La importancia del fin práctico del argumento ético: Las palabras en sí mismas tienen valor siempre y cuando nos muevan a realizar actividades mentales y psicológicas valiosas. Es decir, el uso de la razón debe servirnos para alcanzar cada vez más la virtud. Todo el mundo ha de estudiar filosofía porque toda la humanidad tiene a su disposición la posibilidad de razonar.
2. La virtud está por encima de cualquier otro valor: Las pasiones, no solo son prescindibles, sino que deberían ser extirpadas de la humanidad en pro de la dignidad y la integridad de esta. El ser humano llega al mundo con una intuición moral innata, solo que tiene que entrenarla para escucharla y darse cuenta de lo único que importa, que es la virtud. El mal es un error que se dejará de cometer cuando todos practiquen la razón autónoma. La razón ha de confiar en ella misma.
3. Importancia del individuo en su práctica de la razón: Cada discípulo se hace cargo de su autonomía, ya que el uso de la razón es individual. Además, el saber filosófico es incompleto, por lo tanto, necesitamos individuos que sigan progresando en el uso razonado de sus facultades. Es a través del diálogo argumentado como el individuo va conociendo su naturaleza interior. Y es a través del conocimiento individual como uno llega a la virtud.
4. La misión de la filosofía como bien para todos los seres humanos: Creen en la virtud, ya que será lo que nos dé libertad en nuestras vidas. La argumentación modela un yo: la razón nos hace ser lo que en realidad somos. Y como todos tenemos esta capacidad de elegir el bien ya que el mal es un error, todo acto de virtud (absoluto y completo por sí mismos) nos hace participar del orden universal, del que todos formamos parte.
1. La importancia del fin práctico del argumento ético: Las palabras en sí mismas tienen valor siempre y cuando nos muevan a realizar actividades mentales y psicológicas valiosas. Es decir, el uso de la razón debe servirnos para alcanzar cada vez más la virtud. Todo el mundo ha de estudiar filosofía porque toda la humanidad tiene a su disposición la posibilidad de razonar.
2. La virtud está por encima de cualquier otro valor: Las pasiones, no solo son prescindibles, sino que deberían ser extirpadas de la humanidad en pro de la dignidad y la integridad de esta. El ser humano llega al mundo con una intuición moral innata, solo que tiene que entrenarla para escucharla y darse cuenta de lo único que importa, que es la virtud. El mal es un error que se dejará de cometer cuando todos practiquen la razón autónoma. La razón ha de confiar en ella misma.
3. Importancia del individuo en su práctica de la razón: Cada discípulo se hace cargo de su autonomía, ya que el uso de la razón es individual. Además, el saber filosófico es incompleto, por lo tanto, necesitamos individuos que sigan progresando en el uso razonado de sus facultades. Es a través del diálogo argumentado como el individuo va conociendo su naturaleza interior. Y es a través del conocimiento individual como uno llega a la virtud.
4. La misión de la filosofía como bien para todos los seres humanos: Creen en la virtud, ya que será lo que nos dé libertad en nuestras vidas. La argumentación modela un yo: la razón nos hace ser lo que en realidad somos. Y como todos tenemos esta capacidad de elegir el bien ya que el mal es un error, todo acto de virtud (absoluto y completo por sí mismos) nos hace participar del orden universal, del que todos formamos parte.
3. Importancia
histórica del movimiento
La filosofía estoica tuvo una
gran importancia política en su propio tiempo. Emperadores romanos como Adriano
fueron famosos estoicos. También el pensamiento estoico, a diferencia de lo que
ocurrió con otras corrientes helenísticas, siguió una progresión casi sin
interrupción a lo largo de los siglos. Muchos autores estoicos se convirtieron
en grandes clásicos: Séneca, Marco Aurelio o Epicteto eran habitantes
frecuentes en todas las bibliotecas en Occidente.
No solo los cristianos
(primitivos y los de todo el Medievo) siguieron basando algunas de sus pautas
morales en razonamientos estoicos, como podemos constatar en el desapego de las
ordenes mendicantes a los bienes materiales, incluso los bienes materiales que
tenían que ver con la comodidad del cuerpo. Tras ellos vienen los modernos:
Descartes y Spinoza fundamentan su ética de las pasiones en inspiraciones
estoicas. Es innegable la influencia de Séneca en Adam Smith y su teleología
económica capitalista, como demuestran multitud de trabajos académicos. Rousseau
también cimienta su idea de compasión en Séneca. Kant repudia la compasión del
ilustrado francés, y lo hace entrando en el debate desde los postulados
estoicos. Lo mismo podremos ver más tarde, también con la idea de compasión, en
Nietzsche.
4. Tratamiento que
se le da a las pasiones en general
Lo que es realmente importante
para nuestra felicidad está ya en nosotros: es la razón. Puesto que eso que
está en nosotros, está en nuestro poder, no hay que adorar a ningún dios
externo. Lo único que deberemos hacer será practicar las argumentaciones y los
razonamientos. Como si de un tipo de gimnasia se tratase. Razonar es, como ya
hemos dicho, nuestra porción de divinidad, que nos viene dada en nuestra
naturaleza pero que debemos aprender a usarla.
Nuestra parte animal, que es la
que está conectada con los sentidos y las pasiones, nos hace caer en el error,
por ello tenemos que aprender a evitarla. La razón es la que nos permite saber
qué es el bien y qué es el mal cuando actuamos. Los estoicos no creen que el
mal exista más que como un error, un fallo que se comete cuando no sabemos cómo
actuar. Será, por tanto, la razón la que nos libere para poder ser
buenos.
Ya hemos mencionado la
capacidad autónoma que le otorgaban los estoicos a la razón. La educación depende
de uno mismo porque es uno mismo el que se debe curar el alma a través de
argumentaciones y razonamientos propios. La educación es la expresión de la
libertad moral, porque cuando sepamos lo que es bueno, siempre lo elegiremos.
Sin educación no pueden tomarse buenas decisiones morales. Son merecedores de
la compasión estoica quienes no sepan lo que es el bien, ya que no pueden
ejercitarlo como un ciego no puede ver. Los ciegos morales serán aquellos que
no sepan usar la razón y se guíen por sus pasiones e instintos. Es decir, los
que se comporten como bestias.
¿Qué debemos hacer para que
esto no suceda? Hay que hacerse vigilante y crítico de cada impresión que
estemos inclinados a aceptar. Las impresiones son apariencias que hay que
estudiar y razonar. Como además la razón es algo que nos hace a todos seres
dignos de la Humanidad, las decisiones morales que estén mediadas por el uso de
la razón serán siempre por el bien de todos, no solo, aunque también, por el
bien de uno mismo. El compromiso con la razón es el de hacernos virtuosos para
el conjunto de seres humanos.
Lo importante es, por tanto,
únicamente la virtud. Esto es lo que basta para la eudaimonía. La virtud es el
bien supremo. Así que los demás bienes no son lo importante. La virtud misma es,
como la razón, autosuficiente. Niegan todo valor externo variable. Todo lo que
escape a nuestro control está fuera del poder de la razón, por tanto, no merece
la pena. La virtud es un valor absoluto que no permite grados. Su acción es
completa por sí misma. Por lo tanto, todo lo demás quedara despreciado ante
esta mirada absoluta de la razón y la virtud.
5. Qué piensan del
aburrimiento en concreto
A diferencia de como ocurría en
el epicureísmo, donde el ser humano se convertía en un pequeño dios, para el
estoicismo el papel del ser humano es minúsculo. Tienen una fuerte idea del
destino. Nada ocurre al azar, y aunque, como dice Plutarco, nada tenga causa,
todo sucede por una causa anterior. El determinismo inherente a su idea de
entender el cosmos es muy importante. Por tanto, el ser humano, en su
racionalidad, ha de comprender su pequeña existencia.
Comprendiendo que el todo es
una unidad inseparable donde nosotros también estamos sumergidos, la idea de
libertad es bastante diferente a como la podemos entender hoy día. La libertad
no existe en el exterior, pero sí en el interior de nosotros mismos. El alma se
ha de saber, y por lo tanto sentir, libre. La educación en filosofía es básica
para tal objetivo de libertad.
Pese a ser diferentes a los
epicúreos, podemos aducir que los estoicos tendrían una idea parecida ante el
aburrimiento. La pereza es negarse al deber de vivir conforme a los ideales de
los filósofos de la stóa.
11. Bibliografía
Ginzburg, C.
(2008), Mitos, emblemas, indicios: morfología e historia,
Barcelona, Gedisa.
Marías, J. (1957), Historia
de la filosofía, Madrid, Revista de Occidente
Nussbaum, M.
(2013), La terapia del deseo: teoría y práctica en la ética helenística,
Barcelona, Espasa.
Séneca (2010), Séneca.
Consolaciones · Diálogos · Epístolas morales a Lucilio, Madrid, Gredos.
Ficha para hacer en casa junto con la rúbrica para evaluarla

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