Sobre el sentido de la existencia. Parte I

Corrientes helenísticas. Epicureismo y estoicismo

Comenzaremos el tema centrándonos en estas dos corrientes helenísticas. No solo por la lógica cronológica. También porque creemos que son corrientes que aún nos sirven para entender algunas posturas históricas que han influido en nuestra actualidad, como luego veremos.

Para comprender la importancia de las corrientes helenísticas no podemos olvidar la distinción entre filosofía y religión. En estas escuelas se discutía y se pensaba en torno al bien humano ético. Y no lo hacían propugnando rituales mágicos, o creencias basadas en el dogma de alguna clase de revelación. Es filosofía porque creen en la razón dialéctica y la practican. Tienen un compromiso con la realidad y creen en una verdad universal que se puede alcanzar gracias al ejercicio de la racionalidad, características de las filosofías de estos tiempos, que algunas filosofías actuales comparten. En concreto, además, estas dos escuelas nos interesan porque no practican el clasicismo elitista ético (como por ejemplo sí lo hacían otras, véase los peripatéticos de Aristóteles o los académicos de Platón). Ahora vamos a ver alguna de sus características similares.
Martha Nussbaum, en su libro La Terapia Del Deseo, teoría y práctica en la ética helenística, nos señala una cuestión muy interesante a la que le vamos a prestar atención para introducirnos en los epicúreos y los estoicos en este tema: la práctica de las teorías éticas helenísticas son prácticas que se basan en la idea de salud como bien y no tanto en la de verdad como bien. Se centran en la analogía con la ciencia médica en tanto terapia (del griego θεραπεία, que alude a verbos como cuidar, atender y curar). Mientras que el médico investiga la cura del cuerpo, el filósofo investigará cómo realizar el florecimiento humano del alma (entendida como psique, del griego ψυχή, sin ningún componente metafísico). Las enfermedades que verá este médico filosófico serán las relacionadas con problemas de juicios y creencias.
La polis griega y las escuelas filosóficas

Como veremos, propugnan que la cura del alma/psique está en permanecer inalterables frente a las emociones, es decir, extirparlas de nosotros mismos. Esto se debe a que entienden eudaimonía   como un estado que se consigue tras haber extirpado las pasiones y los sufrimientos (que, como veremos, sufrir y sentir se hacen casi homogéneos en su razonamiento). Las pasiones pueden llegar a parecernos incontrolables ¿Quién no se ha sentido alguna vez abrumado por sentir lo que siente y no poder evitarlo? Esas veces sentimos que nos zarandean intempestivamente, como si nosotros fuésemos un barco y las pasiones fueran la tormenta que no nos deja navegar. Ambas escuelas reconocen que solo podremos encontrar la libertad sin estas tormentas, es decir, sin sentimientos.
Toda la analogía médica presenta el movimiento de las corrientes helenísticas como muy individualizado. Pero si pensamos políticamente, ¿podemos creer que los estoicos y los epicúreos intentaban cambiar el deseo y el pensamiento para lograr un cambio social? Dejamos el planteamiento abierto. Ahora vamos a desarrollar la explicación de ambos movimientos.

Qué es el epicureísmo:

Es un movimiento filosófico que abarca la búsqueda de una vida feliz mediante la búsqueda inteligente de placeres, la ataraxia (ausencia de turbación) y las amistades entre sus correligionarios.

1. Cuál es su origen:

Fue una corriente de pensamiento filosófico enseñada por Epicuro de Samos, filósofo ateniense del siglo IV a. C. (341 a. C.) que fundó una escuela llamada Jardín y cuyas ideas fueron seguidas por otros filósofos, llamados epicúreos.

2. Sobre qué trata el epicureísmo:

Epicuro va a centrar todo su movimiento en una pregunta esencial ¿podemos evitar ser infelices? Y se va a responder afirmativamente, ahora veremos cómo.
Lo primero es pensar en qué nos hace infelices. El sufrimiento, responderán los epicúreos, es la enfermedad humana. Y hay dos clases de sufrimientos: el corporal y el psicológico. Las enfermedades que más le afectan al ser humano no son las de los sufrimientos puramente corporales, sino las del alma. Las corporales, si son momentáneas solo duelen un rato y si son crónicas, el cuerpo se acostumbra a ellas. Los sufrimientos del alma se refieren a todas las creencias (conscientes e inconscientes) que turban la razón. Por lo tanto, para curar al alma solo necesitamos la práctica de la filosofía en nuestras vidas. Pero Epicuro no piensa que todas las creencias sean malas, solo las falsas. También creía, a diferencia del platonismo, que en los sentidos que percibe el cuerpo había verdad. Para Epicuro, los sentidos tienen la posibilidad de encontrar la verdad de nuestra realidad, aunque para ello hemos de entrenarlos. Por tanto, en los sentidos de nuestro cuerpo hay sabiduría, siempre necesaria para la terapia epicúrea.
Para pensar en las creencias que son falsas y hacen daño, Epicuro piensa en un ser que aún no haya sido corrompido: el niño o el animal. Ambos seres no han caído en la desgracia de haber sido instruidos y acostumbrados a las creencias falsas. El error está en la creencia. Pero pese a que el infante o el animal saben apuntar en la dirección correcta de la felicidad, no están preparados para usar la razón y poder así llegar a ella. La razón aquí es una herramienta para alcanzar la eudaimonía. Todo saber está instrumentalizado para llegar a ella. A diferencia de otras corrientes, Epicuro no encontraba valor a la filosofía si no se centraba en la persecución de la vida feliz. Esto quiere decir que el uso que hacían de la razón era solo instrumental. Recordemos la pregunta con la que iniciábamos esta sección sobre el epicureísmo: ¿podemos evitar ser infelices? Claro que sí, decíamos que respondía el sabio griego de Samos. Para ello debemos centrar todas nuestras energías en la consecución de la felicidad. Y para ello no necesitamos usar la razón para otra cosa que no sea ocuparse de la felicidad.
Dentro de la filosofía epicúrea el fin estaba claro. Cuando un ser humano maduro vive tranquilo no aspira a más en su vida. La tranquilidad (ataraxia) y evitar el sufrimiento (aponía) es lo que nos dará la felicidad, siempre que tengamos una comunidad con la que compartirla. Para ellos, el orden político no tenía ningún valor. Uno no debía cambiar el statu quo, sino su alma. Dejar de creer en falsedades. Un epicúreo solo debía aspirar a esta tranquilidad ascética y a vivir en armonía y amistad dentro de su Jardín.
3. Importancia histórica del movimiento:
Podemos ver reflejos del epicureísmo en el cristianismo primitivo, como se refleja en el tema de la amistad en las comunidades paulinas. También lo encontramos reflejado en momentos más contemporáneos. Marx hizo su tesis sobre La diferencia de la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro. Recordamos que Demócrito fue un filósofo presocrático, el padre de la concepción atomista de la materia, de la cual Epicuro era partidario (pensaba que todo, hasta el alma también estaba compuesta de átomos). Bertrand Russell también recurre a la teoría epicúrea sobre la felicidad para plantearse en pleno s. XX el sentido de la vida. Por último, el ateísmo de Epicuro es utilizado por Blumenberg para justificar el abandono de la curiosidad infinita como imperativo humano.
4. Tratamiento que se le da las pasiones en general:
Epicuro haya la verdad-bien en el cuerpo, en la información que de él sacamos, de sus necesidades y de sus apetencias. Todos los saberes son instrumentales, no necesarios para nuestra felicidad, aunque, como ya hemos dicho, la información que sacamos del cuerpo necesita entrenamiento. La criatura natural (el niño y la bestia) comprende este fin último, pero no consigue usar los instrumentos para alcanzarlo. La filosofía enfocada a argumentar a favor de una vida buena basada en la felicidad está lista para ser utilizada por el ser adulto.
La información que sacamos del cuerpo viene en forma de deseos, pero ¿son todos los deseos satisfactorios para una vida feliz según Epicuro? Ahora vamos a ver la clasificación que se hacía en la escuela. Dividían los deseos en dos: naturales y no naturales.
  •    Deseos naturales: su principal característica es que todos pueden cumplirse, y, además, tienen límite cuando se cumplen. Su objeto está en la naturaleza. Deseo de un buen funcionamiento del cuerpo: deseo sexual, hambre, deseo de vivir abrigado… Problemas como querer comer exquisitos manjares, vestirse con lujosos vestidos o la erotización romántica vienen por creencias equivocadas del vulgo. Como ya hemos dicho, las creencias son las culpables de todo mal. Por ello, deberemos aprender a pensar en qué es lo imprescindible y qué no.
  •    Deseos vanos: a diferencia de los primeros, no tienen límites, son deseos ansiosos per se. Su objeto deseante no se encuentra en la naturaleza. Son la inmortalidad (objeto totalmente infinito), lujo y exquisiteces (difíciles de obtener, que no están en la propia naturaleza), o el dinero y la erotización sin sujeto (sin ningún límite definido para satisfacerse, ya que el objeto de deseo es de por sí inasible).
El verdadero placer no es aditivo. Los placeres son completos en cada momento que se realizan. Por tanto, no se cumple la lógica de la máxima cuantitativa, ya que su valor no está en las veces que realizamos el placer, sino en vivir sin turbaciones.
Thetrapharmakon.
Las creencias falsas responden a miedos irracionales. La lucha contra éstos será parte fundamental de la doctrina epicúrea. A esta parte se le llama Thetrapharmakon: medicina contra los cuatro miedos. Estos son los siguientes:
  •   El temor a los dioses. Los dioses no intervienen en la vida de los seres humanos. Están demasiado alejados de nuestras vidas como para que tenga sentido temerles. La religión es falsa porque se basa en la creencia del miedo que hemos de tenerle a los dioses. No debe ser esta una razón para obrar. El epicúreo debe querer elevarse como un dios, ya que ahí reside una parte del atractivo de esta filosofía. No se rechaza a los dioses del todo, porque se les toma en cierta medida como modelos.
  •    El temor a la muerte. “El correcto conocimiento de que la muerte no es nada para nosotros hace placentera la mortalidad de la vida, no porque añada un tiempo ilimitado, sino porque elimina el ansia de inmortalidad. En efecto, nada terrible hay en el vivir para quien ha comprendido realmente que no hay nada terrible en el hecho de no vivir” (Nussbaum, 2013, 152). Podríamos resumir este párrafo con aquella frase que dijo el poeta, Federico García Lorca: “como no me preocupo de nacer, no me preocupo de morir”
  •    No hay razón para temerle al futuro. Ya sea porque el destino viene dado o porque nos lo fabriquemos nosotros, hemos de pensar vivir en el presente, que es el único lugar donde podemos encontrar la Eudaimonía. Cuando vengan tiempos peores, con recordar los buenos tiempos nos será suficiente.
  •     Nos encontramos con el último: el miedo al dolor. El dolor físico puede ser o crónico o puntual. En el primer caso, uno se acaba acostumbrando. En cambio, en el segundo, hemos de recordar que sólo es puntual. Como en el punto sobre el futuro, Epicuro nos pone en valor el recuerdo de tiempos mejores como mitigante del dolor.
Ataraxia y aponía.
Ya las hemos mencionado, pero no explicado. La ataraxia (ausencia de turbación) y la aponía (ausencia de dolor) son los dos puntos fuertes que se observan en la filosofía epicúrea para conseguir la felicidad. Ambos se basan en la necesidad de mitigar los efectos de las emociones que se producen en el individuo. Se reconoce el papel importante del placer, que se consigue cuando se satisfacen los deseos. Pero como ya hemos visto, no todos los deseos son válidos. Mediante el uso de la razón, vemos cómo los deseos que no son naturales y necesarios no nos conducen a la tranquilidad espiritual propia del sabio. Por tanto, si no nos llevan a la vida plácida de este no nos interesan. Hemos de practicar lo mismo que el sabio porque es la vida ascética la que huye de los sufrimientos con garantías de éxito asegurada.
5. Qué piensan del aburrimiento en concreto
La ataraxia es la ausencia de turbación, como ya hemos dicho. Pese a que el ideal ascético de ser sabio pueda parecer aburrido por naturaleza en nuestra mirada contemporánea, Epicuro, como hemos visto, hace un razonamiento sobre los sufrimientos que acarrean los placeres no naturales e innecesarios por los que se justifica una vida basada en la tranquilidad que reporta al espíritu la vida en sobriedad.
Comparados con el gozo frugal que dan estos placeres, son demasiado efímeros como para ser placeres de verdad (completos y absolutos). Además, conllevan a demasiado dolor como para que los tengamos en cuenta a la hora de pensar en una felicidad plena. Por tanto, tenemos que elegir el modelo de vida ascético porque será este el que nos reporte una felicidad incorruptible.
Y esto es así porque hay algo que no pierde de vista el pensamiento epicúreo: nuestra finitud nos condiciona. No le temen a la muerte porque tampoco envidian la inmortalidad. Ello es gracias a un pensamiento que se constriñe en el ideal de la vida ética de lo que viene dado por naturaleza. No solo merecen la pena únicamente los deseos naturales que son necesarios para la vida, sino que también todo el pensamiento epicúreo está centrado en limitar el ansia humana de querer aspirar a los cielos.
El aburrimiento no existe en el epicureísmo porque todo está centrado en el esfuerzo constante de ser feliz. Ser feliz es algo que no viene dado, sino que hay que trabajarlo. Tenemos que eliminar de nosotros mismos todas nuestras falsas creencias, por lo que no tenemos tiempo de pensar en la vida de otra manera que no sea como un deber hacer una de-construcción constante de nosotros mismos. En todo caso, existiría como un vicio, de aquel que no sabe cuál es la creencia correcta.
Qué es el estoicismo
El estoicismo es un movimiento filosófico que trata de usar la filosofía para llegar a la eudaimonía. Hasta aquí es parecido al epicureísmo, aunque como vamos a ver ahora, la forma de conseguir llegar a la felicidad difiere en bastantes aspectos.
1. Cuál es su origen
Fundado en Grecia por Zenón de Citio en el s. II antes de nuestra era (concretamente en el 301 a.C.). El nombre viene dado porque se reunían en torno a una stoa (una de las columnas como las que se ven en la imagen). En concreto, comenzaron a reunirse en el pórtico que daba al Ágora de Atenas, el llamado Pórtico pintado, originariamente llamada «Pórtico de Pisianacte».
2. Sobre qué trata el estoicismo 
Como vimos en la introducción del tema, estas corrientes filosóficas helenísticas se valen de la analogía con la medicina para explicar la idoneidad de la filosofía para curar el alma humana. Pero, a diferencia del epicureísmo, la prescripción del médico-maestro no será tan doctrinal, ya que los estoicos pensaban que es el paciente-discípulo el que ha de convertirse en su propio sanador.
¿A qué se debe este cambio? A la confianza absoluta que le otorga el estoico al uso de la razón. El uso de la razón es propio e intransferible. Ha de ser cada individuo el que practique el razonamiento. Y no solo como valor instrumental. La razón tiene valor por sí misma. Esto es así porque los razonamientos nos sirven para hacernos mejores y excelentes. La importancia de la razón sobre otras cuestiones se debe a que los estoicos vieron que lo que nos volvía como seres humanos una especie diferente era la capacidad de razonar. Las bestias y las fieras no razonan, mientras que toda la humanidad lo hace, o, mejor dicho, puede hacerlo. Cuando decimos que toda la humanidad lo hace lo decimos porque todos los seres humanos, esclavos y libres, hombres y mujeres, tienen esta capacidad. 
En el estoicismo, por tanto, se proclama una idea de Humanidad. Los estoicos se consideran ciudadanos del mundo. El cosmopolitismo es esencial, ya que su progresión a la eudaimonía no se entiende si no se practica el cambio social hacia la paz entre todos los seres humanos. Los estoicos se imponen a sí mismos la idea de establecer una sociedad justa. Es por ello que el estoicismo lleva a cabo una crítica radical de las convenciones y creencias ordinarias. Y como también ocurría en el epicureísmo, dejan en su stoa participar a mujeres y esclavos. Creían que en una ciudad ideal se eliminarían incluso las distinciones en el vestir entre hombres y mujeres. En esto sí se diferencian de los epicúreos, que no tenían aspiraciones de cambiar el statu quo, sino de vivir en paz con sus amigos en la comunidad del Jardín. 
Como la base de la práctica estoica es la razón, ya que es nuestro trocito de divinidad compartida por todos los seres humanos, en todos los escritos estoicos hay un gran respeto por el razonamiento y la participación activa del interlocutor. El respeto viene dado por la dignidad que tienen todos los seres humanos, ya que todos son capaces de razonar. Ya hemos dicho que hacen una clara distinción entre los seres humanos y los animales. La razón es el fundamento de la humanidad, lo que la diferencia de las bestias y las fieras y lo que nos acerca a los dioses. Todo lo demás (riqueza o posición social) son características externas e irrelevantes. 
Podemos resumir todo lo dicho anteriormente en estos cuatro puntos:
1. La importancia del fin práctico del argumento ético: Las palabras en sí mismas tienen valor siempre y cuando nos muevan a realizar actividades mentales y psicológicas valiosas. Es decir, el uso de la razón debe servirnos para alcanzar cada vez más la virtud. Todo el mundo ha de estudiar filosofía porque toda la humanidad tiene a su disposición la posibilidad de razonar.
2. La virtud está por encima de cualquier otro valor: Las pasiones, no solo son prescindibles, sino que deberían ser extirpadas de la humanidad en pro de la dignidad y la integridad de esta. El ser humano llega al mundo con una intuición moral innata, solo que tiene que entrenarla para escucharla y darse cuenta de lo único que importa, que es la virtud. El mal es un error que se dejará de cometer cuando todos practiquen la razón autónoma. La razón ha de confiar en ella misma.
3. Importancia del individuo en su práctica de la razón: Cada discípulo se hace cargo de su autonomía, ya que el uso de la razón es individual. Además, el saber filosófico es incompleto, por lo tanto, necesitamos individuos que sigan progresando en el uso razonado de sus facultades. Es a través del diálogo argumentado como el individuo va conociendo su naturaleza interior. Y es a través del conocimiento individual como uno llega a la virtud.
4. La misión de la filosofía como bien para todos los seres humanos: Creen en la virtud, ya que será lo que nos dé libertad en nuestras vidas. La argumentación modela un yo: la razón nos hace ser lo que en realidad somos. Y como todos tenemos esta capacidad de elegir el bien ya que el mal es un error, todo acto de virtud (absoluto y completo por sí mismos) nos hace participar del orden universal, del que todos formamos parte. 
3. Importancia histórica del movimiento
La filosofía estoica tuvo una gran importancia política en su propio tiempo. Emperadores romanos como Adriano fueron famosos estoicos. También el pensamiento estoico, a diferencia de lo que ocurrió con otras corrientes helenísticas, siguió una progresión casi sin interrupción a lo largo de los siglos. Muchos autores estoicos se convirtieron en grandes clásicos: Séneca, Marco Aurelio o Epicteto eran habitantes frecuentes en todas las bibliotecas en Occidente.
No solo los cristianos (primitivos y los de todo el Medievo) siguieron basando algunas de sus pautas morales en razonamientos estoicos, como podemos constatar en el desapego de las ordenes mendicantes a los bienes materiales, incluso los bienes materiales que tenían que ver con la comodidad del cuerpo. Tras ellos vienen los modernos: Descartes y Spinoza fundamentan su ética de las pasiones en inspiraciones estoicas. Es innegable la influencia de Séneca en Adam Smith y su teleología económica capitalista, como demuestran multitud de trabajos académicos. Rousseau también cimienta su idea de compasión en Séneca. Kant repudia la compasión del ilustrado francés, y lo hace entrando en el debate desde los postulados estoicos. Lo mismo podremos ver más tarde, también con la idea de compasión, en Nietzsche.
4. Tratamiento que se le da a las pasiones en general
Lo que es realmente importante para nuestra felicidad está ya en nosotros: es la razón. Puesto que eso que está en nosotros, está en nuestro poder, no hay que adorar a ningún dios externo. Lo único que deberemos hacer será practicar las argumentaciones y los razonamientos. Como si de un tipo de gimnasia se tratase. Razonar es, como ya hemos dicho, nuestra porción de divinidad, que nos viene dada en nuestra naturaleza pero que debemos aprender a usarla.
Nuestra parte animal, que es la que está conectada con los sentidos y las pasiones, nos hace caer en el error, por ello tenemos que aprender a evitarla. La razón es la que nos permite saber qué es el bien y qué es el mal cuando actuamos. Los estoicos no creen que el mal exista más que como un error, un fallo que se comete cuando no sabemos cómo actuar. Será, por tanto, la razón la que nos libere para poder ser buenos. 
Ya hemos mencionado la capacidad autónoma que le otorgaban los estoicos a la razón. La educación depende de uno mismo porque es uno mismo el que se debe curar el alma a través de argumentaciones y razonamientos propios. La educación es la expresión de la libertad moral, porque cuando sepamos lo que es bueno, siempre lo elegiremos. Sin educación no pueden tomarse buenas decisiones morales. Son merecedores de la compasión estoica quienes no sepan lo que es el bien, ya que no pueden ejercitarlo como un ciego no puede ver. Los ciegos morales serán aquellos que no sepan usar la razón y se guíen por sus pasiones e instintos. Es decir, los que se comporten como bestias. 
¿Qué debemos hacer para que esto no suceda? Hay que hacerse vigilante y crítico de cada impresión que estemos inclinados a aceptar. Las impresiones son apariencias que hay que estudiar y razonar. Como además la razón es algo que nos hace a todos seres dignos de la Humanidad, las decisiones morales que estén mediadas por el uso de la razón serán siempre por el bien de todos, no solo, aunque también, por el bien de uno mismo. El compromiso con la razón es el de hacernos virtuosos para el conjunto de seres humanos.
Lo importante es, por tanto, únicamente la virtud. Esto es lo que basta para la eudaimonía. La virtud es el bien supremo. Así que los demás bienes no son lo importante. La virtud misma es, como la razón, autosuficiente. Niegan todo valor externo variable. Todo lo que escape a nuestro control está fuera del poder de la razón, por tanto, no merece la pena. La virtud es un valor absoluto que no permite grados. Su acción es completa por sí misma. Por lo tanto, todo lo demás quedara despreciado ante esta mirada absoluta de la razón y la virtud.
5. Qué piensan del aburrimiento en concreto
A diferencia de como ocurría en el epicureísmo, donde el ser humano se convertía en un pequeño dios, para el estoicismo el papel del ser humano es minúsculo. Tienen una fuerte idea del destino. Nada ocurre al azar, y aunque, como dice Plutarco, nada tenga causa, todo sucede por una causa anterior. El determinismo inherente a su idea de entender el cosmos es muy importante. Por tanto, el ser humano, en su racionalidad, ha de comprender su pequeña existencia.
Comprendiendo que el todo es una unidad inseparable donde nosotros también estamos sumergidos, la idea de libertad es bastante diferente a como la podemos entender hoy día. La libertad no existe en el exterior, pero sí en el interior de nosotros mismos. El alma se ha de saber, y por lo tanto sentir, libre. La educación en filosofía es básica para tal objetivo de libertad.
Pese a ser diferentes a los epicúreos, podemos aducir que los estoicos tendrían una idea parecida ante el aburrimiento. La pereza es negarse al deber de vivir conforme a los ideales de los filósofos de la stóa.

11. Bibliografía

Ginzburg, C. (2008), Mitos, emblemas, indicios: morfología e historia, Barcelona, Gedisa.
Marías, J. (1957), Historia de la filosofía, Madrid, Revista de Occidente
Nussbaum, M. (2013), La terapia del deseo: teoría y práctica en la ética helenística, Barcelona, Espasa.
Séneca (2010), Séneca. Consolaciones · Diálogos · Epístolas morales a Lucilio, Madrid, Gredos.

Ficha para hacer en casa junto con la rúbrica para evaluarla

“Todas las escuelas filosóficas helenísticas de Grecia y Roma –epicúreos, escépticos y estoicos- concibieron la filosofía como un medio para afrontar las dificultades más penosas de la vida humana. Veían al filósofo como un médico compasivo cuyas artes podían curar muchos y abundantes tipos de sufrimiento humano. Practicaban la filosofía no como una técnica intelectual elitista dedicada a la exhibición de la inteligencia, sino como un arte comprometido cuyo fin era luchar contra la desdicha humana. Centraban por tanto su atención en cuestiones de importancia cotidiana y urgente para el ser humano: el temor a la muerte, el amor y la sexualidad, la cólera y la agresión. Cuestiones que muchas veces se evitan como embarazosamente complicadas y personales por parte de las variedades más elitistas de la filosofía.” Martha Nussbaum, La terapia del deseo, páginas 21 y 22.

Comenta este párrafo explicando con tus palabras qué era lo que hacía el estoico, por un lado, y el epicúreo, por otro, para afrontar las desdichas humanas. ¿Preferirías una postura antes que la otra? ¿Por qué? (puedes preferir las dos, o ninguna, pero todas las opciones han de estar justificadas)

Licencia de Creative Commons

Comentarios

Entradas populares