Sobre el sentido de la existencia. Parte III


Corrientes del siglo XIX: Vitalismo

 Friedrich, Atardecer.
Qué es el vitalismo
Terminaremos el siglo XIX haciéndole una especial mención al vitalismo, dada la amplitud del movimiento en todas las esferas del saber humano. Pero sobre todo porque implica un nuevo cambio a la hora de pensar en la sentimentalidad.
Como los movimientos filosóficos no se componen de acontecimientos perfectamente delimitados, queremos aprovechar para hacer aquí un inciso sobre el tratamiento cronológico que hacemos en este trabajo. Es mucho más interesante poder conectar los movimientos filosóficos con su época antes que con unas fechas concretas, ya que la filosofía responde a las necesidades de la humanidad, pero no de forma directa.
Ya lo hemos visto con los ilustrados y los románticos. Sus pensamientos estaban conectados con los grandes acontecimientos que se estaban viviendo en el viejo continente, pero no remitían a ellos de forma directa, sino que plantean una respuesta filosófica ante la condición humana ¿Qué quiere decir esto? Que cuando un ilustrado usaba la Razón para ponerla en el sitio de Dios no estaba pensando en que tal respuesta era una condición histórica, sino que lo hacía pensando en la universalidad de su argumentación. Así, cuando un romántico daba importancia a la Edad Media como lugar ideal donde evadirse, no se planteaba que su razonamiento fuera más estético que histórico, con el consiguiente marcaje ideológico que indicaba. La condición histórica de todos los pensamientos era algo que estaba ahí, solo que, de forma borrosa, por lo que aún no estaba siendo reflexionada como tal. Tal reflexión nos llega hasta ahora, con los vitalismos.
Y acabando con nuestra introducción, ahora vamos a centrarnos en la pregunta de por qué nos interesa explicarlo. La importancia del vitalismo será la de explicar la línea de continuidad que vamos a trazar desde el momento de las revoluciones hasta el momento de las guerras mundiales. Lo que se ha quedado en llamar el siglo aburrido, que va desde 1815 hasta 1915. En estos años, las oposiciones más radicales entre ilustrados y románticos se suavizan y permiten hacer una filosofía que aúna partes de los dos movimientos, pero actualizando nuevas dudas.
Definimos vitalismo como un nuevo movimiento filosófico que se caracteriza por la exaltación de la vitalidad, la energía que hace que la vida merezca pena ser vivida, como tema principal. La vida se califica como la realidad principal. Ahora bien, cada autor definirá la vida según una concepción propia.
1. Cuál es su origen
Encontramos el origen de la doctrina en el continente europeo. Como reacción al positivismo cientificista, que proponía que el único acceso a la verdad solo podía darse a través de la ciencia. Esta confianza plena en los principios y resultados de la investigación científica y práctica rigurosa de sus métodos quería ser aplicada por los positivistas en todos los ámbitos de la vida, tanto el intelectual como el moral.
2. Sobre qué trata el vitalismo
Como ya avanzamos en la introducción, los vitalistas serán los primeros que comiencen a pensar en la filosofía como doctrina histórica. La filosofía vitalista comienza a entender la realidad como proceso. La libertad es no sólo característica de la voluntad, como lo podía ser para los románticos, sino esencia del ser humano. Además, se abandona el concepto tradicional de razón, como la concebían los ilustrados, para considerar la razón como vital (que le da explicación a un individuo) o histórica (donde se le da una narración a un proceso histórico). Por estas razones, el vitalismo exaltará las siguientes características:
  •     La vida como realidad radical. Con esto lo que queremos resaltar es la radicalidad en sus dos acepciones: aquella que dice que la radicalidad es lo que afecta completamente la parte fundamental de algo y la que va a la raíz, como nos explicaba Ortega.
  •     Ontológicamente, es decir, con respecto al ser en general y en sus particularidades, la vida es lo sustancial del ser humano. Lo que va a definir al ser humano en sus generalidades, como en sus particularidades, va a ser ante todo la vitalidad.
  •     Gnoseológicamente, es decir, con respecto al conocimiento, se prima la intuición y la vivencia por encima del razonamiento. Más que razonar sobre las cosas hay que tener experiencias vitales de ellas o con ellas para conocerlas realmente.
  •     Axiológicamente, es decir, sobre los valores de lo bueno y lo malo, no hay otro criterio para jerarquizarlos más que la vida. No podemos juzgar con valores que no corresponden a nuestra particularidad. Por tanto, la idea clásica de desarrollar un bien externo a las causas y universal queda vetada.
Por último, vamos a hacer dos apuntes. El primero, referido a cómo debemos entender la vida. No se trata tan solo de una definición bilógica, sino que alcanza algo más allá: del modo más amplio posible. La razón y la ciencia no son suficientes para saciar todas las aspiraciones humanas. Es por ello que tras la razón que usamos para convivir de forma civilizada, debemos concebir algo irracional que nos sea más importante, más edificante. Esto irracional constituirá una voluntad única, que se esforzará en dar explicación al mundo que habitamos y en el que necesitamos sentirnos vivos de una forma plena.
Diferentes tipos de vitalismo
El vitalismo tiene dos principales manifestaciones.
La primera de carácter científico, al que llamaremos vitalismo biológico, cuyo principal portavoz es Hans Driesch, según la cual es reacción contra el mecanicismo materialista que propugna la reductibilidad de lo vivo a los procesos físico-químicos de la materia inerte. Postula la existencia necesaria de un principio vital ajeno a la materia que explica los complicados fenómenos de lo viviente.
La segunda manifestación es de carácter filosófico, y lo llamaremos vitalismo biográfico. A ésta se debe que la filosofía consiguiera alejarse de las "intromisiones científicas" sobre todo de las físicas; precisamente por remarcar el carácter diferenciado de las realidades vitales no susceptibles de un tratamiento sólo matemático.
3. Importancia histórica del movimiento
Como reacción del positivismo reduccionista, muchas de las posiciones vitalistas siguen estando hoy en pleno siglo XXI muy en boga. Así, por ejemplo, corrientes políticas como el neomaltusianismo (que considera que el exceso de población humana debe ser reducido de manera artificial) o el darwinismo social (donde se aplica la teoría del científico de la evolución a la idea de lucha social), sus presupuestos científicos no justifican su utilización como teorías sociales.
Además de todo esto, el vitalismo ha sido confundido con una “defensa de la vida”. Si bien podemos entender como la ecología, en tanto que se tiene conciencia vital y cuidado del ecosistema sí que está cerca de los planteamientos vitalistas, no podemos decir lo mismo de otros movimientos, como por ejemplo el animalismo, el antiabortismo, el pacifismo o el vegetarianismo. No se trata de defender la vida de todos los seres vivos, sino más bien de hacer una defensa de la vitalidad.
4. Tratamiento que se le da a las pasiones en general
Para hablar concretamente de las pasiones vamos a coger la postura de Nietzsche, el que podemos considerar el más prolífico de todo el movimiento vitalista y a la vez el que más fuera está de cualquier categoría.
Muy cercano al Romanticismo, Nietzsche propugnará una ética de las pasiones para combatir la infelicidad. El filósofo alemán reconoce en la tradición europea una equivocación que se viene dando desde los años de Platón: confundir la naturaleza del hombre con su aspiración a negarse a sí mismo. Cuando se le niega al hombre sus instintos, se le niega su naturaleza. Nos encontramos ante un autor de espíritu trágico, que en alguna de sus obras da la impresión de asumir el papel de profeta de la destrucción de la cultura europea. Para exponer brevemente su idea sobre las pasiones, hablaremos sobre lo que pensaba el filósofo alemán acerca de reprimirlas:
Cuando alguien continuamente se prohíbe a sí mismo la expresión de las pasiones, como algo que ha de dejarse a los seres “vulgares”, toscos, burgueses, campesinos- por tanto, cuando no se quiere reprimir la pasión como tal, sino solo su lenguaje y su gesto-, se consigue como resultado precisamente lo que no se desea: la represión de la propia pasión o por lo menos su debilitamiento y transformación. Así es como se vivió de manera ejemplar en la corte de Luis XIV y en todo lo que dependía de ella. La sociedad de la época siguiente, educada en la represión de la expresión, carecía de las pasiones mismas, y poseía en su lugar un carácter agradable, superficial, juguetón- una época afectada por la incapacidad de ser descortés, a tal punto que incluso una ofensa no era admitida ni rechazada más que con palabras amables. Puede que nuestro presente ofrezca el más asombroso contraste con ella: veo en todas partes, en la vida y en el teatro y no menos en todo lo que se escribe cierta satisfacción en todos los groseros arrebatos y gestos de a pasión – hoy en día se exige un cierto convencionalismo de lo pasional, ¡pero no la pasión misma! A pesar de ello, un día, finalmente, se la alcanzará y nuestros descendientes se caracterizarán por poseer un salvajismo real, no solo por un salvajismo y una rebeldía meramente formales. (Nietzsche, 2010, 374)
5. Qué piensan del aburrimiento en concreto
Como hemos visto, Nietzsche entendía que las pasiones podían ocultarse, reprimirse o estilizarse. Pero para él, debíamos ser lo suficientemente valientes para vivir con nuestras pasiones reales, las que nos permitirían ser de un salvajismo real. Para vivir hay que ser valiente. Pero ¿qué significa vivir?
Derribar continuamente algo de uno mismo que quiere morir; vivir, esto significa: ser cruel e implacable contra todo lo que se vuelve viejo y débil dentro de nosotros. (Nietzsche, 2010, 361)
Todas las debilidades humanas son aquellas que nos hacen que acabemos por dejarnos llevar por lo que no nos apasiona. Cuando algo no nos apasiona nos aliena, es decir, nos hace olvidarnos de la esencia de estar vivos, que es sentirlo. El aburrimiento es necesario porque necesitamos los altibajos para sentir. Esto es porque la vida que emociona y que recuerda que está viva lo hace en el tiempo. Y el tiempo no puede dejar de ser a veces, simplemente, espera.

11. Bibliografía


Barrios, M. (2001), Narrar el abismo, Valencia, Pretextos
Ibáñez Fanés, J. (2016), El reverso de la historia, Barcelona, Calambur
Marías, J. (1957), Historia de la filosofía, Madrid, Revista de Occidente
Nietzsche, F., 2010, Nietzsche I. El nacimiento de la tragedia · El caminante y su sombra · La ciencia jovial, Madrid, Gredos.


Ficha para casa del vitalismo.

Trabajo y aburrimiento. -Lo que identifica a todos los hombres de los países civilizados es su necesidad de buscar trabajo para ganar un salario; para todos ellos el trabajo es un medio y no un fin en sí mismo; ésta es la razón de que sean poco sutiles en la elección del trabajo, siempre y cuando se les pague bien. Ahora bien, son muy raros los hombres que prefieren perecer antes que trabajar a disgusto alguno en su trabajo: éstos son los hombres selectivos, difíciles de satisfacer, a los que no les vale una buena paga, si el trabajo en sí mismo no es la mayor ganancia de todas. A esta escasa especie de hombres pertenecen los artistas y contemplativos de todo tipo, pero también esos ociosos que pasan su vida dedicándose a la caza, a los viajes, a hacer la corte, y a las aventuras. Todos ellos quieren trabajo y pena, con tal que estén unidos al placer, y buscan hasta el trabajo más difícil y duro si es necesario. Si no sucede eso, son de una decidida indolencia, aun cuando a esta indolencia pueda vincularse el empobrecimiento, el deshonor, peligros de la salud y de la vida. Ellos no temen tanto al aburrimiento como al trabajo a disgusto: en efecto necesitan mucho aburrimiento si han de tener éxito en su trabajo. Para el pensador y para todos los espíritus sensibles, el aburrimiento representa esa desagradable “calma chicha” que precede al viaje afortunado y a los vientos alegres; tiene que soportarlo, ¡tiene que esperar que produzca en él un efecto -eso es precisamente lo que las naturalezas más insignificantes jamás pueden conseguir de sí mismas! Ahuyentar de si el aburrimiento a toda costa es vulgar, como también es vulgar trabajar a disgusto. Tal vez el asiático se distingue del europeo de que es capaz de experimentar una tranquilidad más larga y profunda que este; incluso sus narcóticos actúan más lentamente y requieren paciencia, al contrario del fastidioso carácter repentino del veneno europeo: el alcohol.” 
Nietzsche, La ciencia jovial

Según lo que escribe aquí Nietzsche ¿cómo es el trabajo ideal para una persona que quiere algo más que el salario? ¿Qué es lo que no tolera? ¿Y qué es lo que tolera? ¿Por qué?

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