Sobre el sentido de la existencia. Parte IV

Corrientes del siglo XX. Fenomenología y existencialismo.


Ya para acabar con los movimientos filosóficos importantes, vamos a hablar de dos grandes del siglo XX. Si le echamos un vistazo al siglo pasado, nos basta una mirada para recabar en su complejidad. Sería un absurdo plantear que solo pasaron en este tiempo estas dos grandes corrientes, aunque solo nos limitemos a hablar del continente europeo, como hemos hecho hasta ahora.

De nuevo, las razones para elegir ambas han sido por su ambivalencia a la hora de describir de forma novedosa la sentimentalidad, y en concreto, en lo que nos vamos a centrar después de ver algunas características esenciales, el aburrimiento. Del siglo XX se puede decir de todo de él excepto que fuese aburrido. Algunos ámbitos de la vida cotidiana que ya veíamos que iban cambiando conforme el siglo XIX iba avanzando, vemos que se afianzan: desde la completa solidificación de la clase media como realidad social en los países occidentales, sobre todo tras el final de la Segunda Guerra Mundial; como también comenzar a entender la cultura como otra industria capitalista. La realidad queda conformada casi tal como la conocemos ahora. Será, por tanto, el tema donde empiece a cobrar sentido hablar de la inmediatez como definición característica del conocimiento, algo con lo que ahora, aún más acelerados, podemos ver y experimentar con los resultados. 



Así como podemos pensar en el tiempo acelerado, también podemos fijarnos de forma más clara cómo la sentimentalidad se expresa en este siglo de una forma muy cercana a como la entendemos ahora. Pese a que muchas de estas formas no tengan su origen en el siglo XX, sí nos sirve para establecer una continuidad entre un tiempo pasado y nosotros, para así reconocernos en otros y observar cuánto compartimos.
Qué es la fenomenología
La fenomenología es la corriente filosófica que inaugura Edmund Husserl a comienzos del siglo XX. De hecho, no podemos entender el resto de la filosofía europea que se practica en el siglo pasado sin pasar por ella. Su modo de filosofar influirá no solo en el existencialismo, como ya veremos, sino en otras corrientes como la hermenéutica o el deconstruccionismo. Para Husserl, la fenomenología fue más bien un nuevo método de pensar la realidad.
1. Cuál es su origen

El origen del término de fenomenología viene del griego, phainomenon (del que procede también la palabra fantasma, por ejemplo) que quiere decir “lo que se muestra” o “lo que aparece”. Ya había sido utilizado anteriormente en la tradición filosófica, por Kant, Fichte o Hegel. Aunque será Brentano quien le dé el uso con el que después Husserl cree su método. Como pasaba con el vitalismo, la fenomenología niega la reducción a todo lo material como explicación de la realidad: tal positivismo, como vimos, no puede explicar el amor a bienes no sensibles, el conocimiento o proponer fines trascendentales.
2. Sobre qué trata
La fenomenología intentará explicar la realidad yendo a “las cosas mismas”. Lo que queremos decir con esto, es que las cosas de la realidad nos interesan por nuestra experiencia con ellas. Lo que pensamos no es, como pensaba Kant, en “el pensar”, de forma más abstracta, sino, propiamente en “lo pensado”. Mientras que Kant intentaba descifrar cómo era “el pensar”, qué condiciones tenían que darse para que pudiésemos pensar en lo que fuese, Husserl va a proponer que el acto de pensar y aquello que se piensa no puede ser separado.
Brentano será el primero en acercarse a estas ideas. Husserl se siente atraído, ya que valora que el fundamento de lo real esté en la intención de lo psíquico. Es decir, que en lo que consideramos que es la realidad, en tanto que es una percepción personal, siempre hay una parte de nosotros mismos. En la experiencia pueden encontrarse las verdades necesarias, siempre y cuando reconozcamos la intencionalidad a la hora de pensar, es decir, que veamos que la conciencia y la realidad son dos ámbitos indisolubles para la construcción de nuestra vida. Este método nos sirve tanto para conocer el mundo como para dirigir nuestra vida. En concreto, podemos resumir el método en los siguientes puntos:
• Examinar todos los contenidos de la conciencia. Es decir, pensar en lo pensado y no en el pensar. Podemos hacer este acto con conceptos o realidades que hemos experimentado, como, por ejemplo, si pensamos en la humanidad: hemos de examinar nuestra conciencia para saber qué conceptos sentimos cercamos o lejanos a “la humanidad”
• Determinar si tales contenidos son reales, ideales, imaginarios, etc. Si seguimos con el ejemplo que hemos puesto, ¿podemos decir que la humanidad, en tanto un concepto general, es real? ¿e imaginario? Porque muchas leyes, como, por ejemplo, los derechos humanos, se amparan en la legitimidad de poder hablar para toda la humanidad, ¿acaso la humanidad no nos apela a todos?
• Suspender la conciencia fenomenológica, de manera tal que resulta posible atenerse a lo dado en cuanto a tal y describirlo en su pureza. Este es el punto más complejo. Hay que llegar a pensar, de forma lógica, es decir, a través de principios universales, en lo que antes hemos llamado “lo pensado”. Con la humanidad, por seguir con nuestro ejemplo, deberíamos pensar qué clase de lógica hemos usado para fundar el concepto humanidad.
Como hemos visto, la fenomenología cree que se puede deducir la inteligibilidad de la realidad. Para ello, acude a la única fuente de verdad que considera, que es la conciencia.
3. Importancia del movimiento
Ya hemos mencionado la imposibilidad de dibujar un mapa conceptual de la historia de la filosofía europea del siglo XX si no explicamos la fenomenología husserliana. Como le pasaba al romanticismo, el arte de vanguardia ha sido un gran catalizador para explicar las corrientes de pensamiento. En el surrealismo de Man Ray o en el de Duchamp encontramos una nueva forma de enfocar el método fenomenológico para ir a las cosas mismas. Si no nos planteamos preguntas sobre la utilidad de los objetos, así como cuestionarnos la importancia del arte, la crítica, el museo… ¿cómo explicar La fuente de Duchamp o El regalo de Man Ray? Es así como los objetos artísticos, ante el estupor de inutilidad o de no ser bellos, ganan significado y el arte se vuelve una nueva forma de preguntar abiertamente a la realidad.
4. Tratamiento que se le da a las pasiones en general
Para resolver esta cuestión vamos a pensar en cómo el planteamiento fenomenológico respondía a la psicología humana. Ya hemos dicho que la fenomenología no quería reducir lo trascendental a lo empírico, y para ello había formado un método que consistía en ir a las cosas mismas para pensar en ellas. Pues, para pensar en la conciencia del yo, sucede una cosa peculiar: el yo es percibido inmediatamente como algo que nos hace ser, porque es lo que nos hace conocer y lo que nos hace existir, a la vez que es una cosa del mundo, de la realidad. Es por ello que ha de llegar al llamado “yo trascendental”. Para llegar a él, deberemos aplicar el método fenomenológico.
El yo, en actitud natural, solo tiene el mundo en el que cree. Pero en actitud fenomenológica, vemos además la actividad de cómo creemos, cómo creamos el mundo propio y el yo propio. El yo trascendental intuye un mundo donde todo está enriquecido de sentido. Pero claro, todo este comportamiento del yo trascendental es hecho sin alejarse del yo en actitud natural: simplemente se contempla a la vez que sigue existiendo. Es así como la fenomenología entiende que el yo es una sedimentación de todo lo que va realizando, todas las experiencias que le hacen tener un pasado y querer alcanzar un futuro, la línea continua que le da sentido a la vida.
Para entender esta forma de pensar el yo, Husserl no se olvida del cuerpo: no solo somos sujeto, sino que también somos nuestro cuerpo. El cuerpo es lo que nos sitúa espacialmente, haciendo que nuestra posición existencial sea siempre única e irrepetible. Solo nosotros podemos estar en nuestra posición en un tiempo concreto.
También la fenomenología reflexiona sobre los otros, los otros yo. Ya no solo porque también tenemos experiencias directas de ellos, sino porque son percibidos como semejantes nuestros. Creemos que los otros, que tienen cuerpo como nosotros, tienen conciencia también, ya que son nuestros semejantes. Difieren en la experiencia propia concreta, pero podemos pensar en los demás como seres capaces de experimentar como nosotros.
5. Qué piensan del aburrimiento en concreto:
¿Cómo nos aproximamos al aburrimiento? Para el discípulo predilecto de Husserl, el alemán Heidegger, el aburrimiento es la respuesta moderna a la nueva vida moderna del habitante de la ciudad occidental que la habita como un burgués (la primitiva clase media). Esta es la reflexión que hace.
El habitante de la ciudad se aburre inevitablemente porque su existencia es ridícula: entre tanta gente, sin sentido aparente… Puede que el burgués se sienta atraído por la idea de alejar el aburrimiento. En la ciudad debería ser fácil ante tanta cantidad de entretenimiento. Hay cafés, teatros, conciertos, jardines para pasear, etc. Pero el que se aburre no tiene tiempo cuando se trata de dejar de aburrirse: el tiempo se vuelve largo, pero tratamos constantemente de hacerlo corto y al final no lo esquivamos.
El entretenimiento acorta el tiempo. Pero el tiempo no se acaba, al quedar acortado solo se produce una sensación de aceleración en la vida. Es aquí cuando Heidegger expone su idea de que la vida moderna es perder la vida. Para él, renunciamos a nuestra vida. “El tiempo de nuestra vida se llena de actividades recreativas e insensatas que, en última instancia, apuntan a nosotros mismos, en lugar de llenarse de unos pocos actos significativos que intenten dar alcance al otro” (Nikulin, 2017). Por tanto, para Heidegger, la lucha moderna contra el aburrimiento se vuelve un sinsentido, ya que le quitamos a la vida su sabor.
Qué es el existencialismo
Como ya hemos dicho antes, ninguna corriente europea de pensamiento se puede explicar sin fenomenología. Entre ellas, está el existencialismo. Si decíamos que la fenomenología adoptó un nuevo método para ir a las cosas mismas, podemos decir lo mismo del existencialismo. Cambió los preceptos de la tradición filosófica occidental al exponer claramente que la existencia precedía a la esencia. Sartre, gran teórico del existencialismo, lo que quería decir cuando acuñó esta frase era lo siguiente: si no existimos no podemos ser, y aunque para existir plenamente tengamos que ser conscientes de ello, es decir, comenzar a hacer, lo existencial, lo que ya está presente, es anterior.
1. Cuál es su origen
En pleno siglo XX en Europa, tras las dos grandes guerras mundiales, la razón europea de la tradición filosófica no pudo dar explicación a tanto horror. Es por ello que surge el existencialismo, una corriente irracionalista (ya que el absurdo de la existencia se hacía patente) que buscaba crear una nueva concepción del mundo.
2. Sobre qué trata
En el existencialismo se refleja el gran número de crisis que colapsaba el mundo moderno europeo: la crisis del liberalismo burgués, que había traído a los fascistas a la palestra política; la desigualdad económica como característica del capitalismo, ya que se sabía que había recursos y técnicas suficientes para solventar esta desigualdad, pero el capitalismo, en tanto se sustenta en que haya diferentes clases, no está interesado en la erradicación de la pobreza; la constatación innegable de que el progresismo solo ha sido otro sueño, ya que no podemos decir que sólo porque el tiempo avance, todo lo demás en el mundo vaya a ir mejor. Es así como el existencialismo se plantea cómo debe vivir el hombre frente a las catástrofes históricas: los pensadores existencialistas viven en una, y han de recomponer una filosofía para ello.
Por lo que sabemos ya podemos intuir que el existencialismo va a reaccionar contra la Ilustración y su tradición. No aceptan, de primeras, el pensamiento racional. Para ello, argumentan de la siguiente manera:
  • La razón parte de lo que se puede llamar un principio de contrariedad entre sujeto y objeto. Esto quiere decir que la razón, al dividir el campo      del conocimiento entre el que conoce, y es el que ordena y manda, y lo conocido, que es lo utilizable al antojo del primero. Toda la realidad se muestra para el racionalista como objeto de investigación científica, es decir, de posible manipulación práctica. Lo que propondrá el existencialismo es constituir un pensamiento que conozca la realidad, pero sin ser impersonal.
  • El existencialismo ve que la ciencia y la filosofía son dos campos contrapuestos. El campo de la filosofía debe ser el de la existencia y el ser, mientras que el de la ciencia debe ser el ente. El ente es todo lo que no es el ser. El ente puede ser tratado científicamente, pero las cosas que son, no. El ser se revela. Y se revela cuando existe.
  • El existencialismo, por tanto, encuentra que el ámbito de la existencia es el ámbito en el que se puede pensar la integridad del sujeto y del objeto, del que conoce y el que es conocido, y sin relación jerárquica.
  • El ser humano ha de seguir un camino para tomar conciencia de sí mismo como existencia: ha de pensarse siempre desde una situación límite, es decir, el ser humano será siempre consciente de lo que es siempre que se piense frente a la muerte. Al hallarse solo frente a la muerte, solo le queda su existencia. Pero también algo más: su libertad. Esta libertad negativa, que se constituye cuando no se tiene nada, es la libertad de la responsabilidad angustiosa que define el  existencialismo.
3. Importancia del movimiento
El existencialismo influye en un acontecimiento sociopolítico clave para la cultura occidental: Mayo del 68. Sartre fue el gran pensador que estaba detrás de las consignas de los jóvenes estudiantes y al lado de las barricadas. Y es que las revueltas del mayo francés trataron de destruir el poder teóricamente para así construir otro diferente desde sus cimientos. El campo abierto para el cambio era muy amplio: lo personal era político y la intimidad se revolucionaba. Tras el verano del amor de San Francisco comenzó un cambio de mentalidad con respecto a las costumbres, sobre todo a la manera de ver el sexo, que en las décadas siguientes formalizarían los movimientos del feminismo y el movimiento LGTBI.
Contradictoriamente, la contracultura de la generación hippie supuso también que se comenzara a generar una nueva cultura de masas. Ahora, estaban diferenciadas por edades. Los jóvenes de los años sesenta, los hijos de la postguerra europea, fueron la primera generación en ser tratadas diferencialmente en el mercado (lo que se llamó la Pepsi cultura). Desde entonces, el mercado hacia los jóvenes no ha hecho más que crecer. Aunque no estuviera dentro de las intenciones de la contracultura convertirse en carne de marketing, no podemos dejar de señalar esta realidad, ya que nos señala una dificultad del pensamiento en época de falta de alternativas: la alternatividad en sí misma se convierte en una quimera. No sabemos si imposible.
4. Tratamiento que se le da a las pasiones en general
Ya hemos hablado de la necesidad que tenía el pensamiento existencialista en explicar desde una postura personalista. Por tanto, podemos decir que la sentimentalidad, con tonos pesimistas, estará siempre presente. Lo que vamos a hacer en este apartado sobre las pasiones es explicar cuál era su postura ante la libertad, ya que es entonces cuando sale el sentimiento predilecto del existencialismo: la angustia. Esta se entiende desde un plano netamente ético, no social. Se trata de comprendernos directamente a cada uno.
Según el existencialismo, la libertad consiste en que el ser humano se vea solo frente a la muerte. Lo que quieren decir con esto, es que, a la hora de pensar en nosotros mismos, no lo hagamos pensando en lo que somos según las convenciones sociales (si somos intelectuales, o somos de clase media, sea eso lo que signifique). Vernos así, al desnudo, para luego pensar en todas las acciones que hemos realizado, y en las que no, nos hace cobrar una consciencia diferente a la hora de pensar en todo lo que hemos hecho. El ser humano siempre ha de estar eligiendo: la libertad consiste en hacerlo con toda la responsabilidad posible. Al tener que estar todo el tiempo eligiendo, y sabiendo que la carga de ello es lo que realmente nos hace ser lo que somos, la angustia es inevitable.
La angustia se hace más palpable cuando el existencialista dice que el ser humano es responsable de todo lo que pasa en su historia. Esta forma de pensar era reaccionaria ante la gran máquina burocrática en la que se veía el burgués del gran estado del siglo pasado. Siendo responsables de nuestras acciones, solo es cuestión de tiempo que llegue el cambio.
5. Qué piensan del aburrimiento en concreto:
Tras la lectura de La náusea de Sartre, volvemos a pensar como pensaban algunos románticos, que el aburrimiento vuelve a ser uno de los peores demonios. La nausea es un estado existencial que nos recuerda que la vida es un sinsentido por sí misma. “No creo en Dios, me aburre”, dijo Albert Camus una vez, refiriéndose a un ateísmo descreído en un mundo que parecía no prometer nada. Ambos escritores franceses existencialistas coincidían en ver la vida como un vacío. Ese vacío era el aburrimiento. Aunque ambos, que durante un tiempo fueron grandes amigos, tuvieron dos maneras diferentes de enfocar darle un sentido a la vida.
Camus decidió seguir apostando por el absurdo de la existencia y no buscarle un fin teleológico a su vida. Entendió que era la única manera que tenía de seguir sintiéndose en libertad. En cambio, Sartre decidió darle a su vida todo el peso del compromiso por la lucha social y fue un importante militante comunista. Ambas posturas contradictorias, la del apolítico y la del idealista, parten de la misma situación existencial. Pero como ya vemos, los mismos comienzos no tienen por qué significar los mismos finales. Al final, la respuesta que le podemos dar al aburrimiento, así como a tantas otras en nuestra vida, va a depender de cómo decidamos enfocarlo.
11. Bibliografía
Bergson, H. (2012), Lecciones de estética y metafísica, Madrid, Biblioteca de ensayo de Siruela
Blumenberg, H. (2011), Descripción del ser humano, Buenos Aires, Fondo de cultura económico
Marías, J. (1957), Historia de la filosofía, Madrid, Revista de Occidente
Nikulin, D. (2017), La carga y bendición del aburrimiento: Consideraciones de Heidegger y Kracauer sobre la Langeweile, en Leticia Basso Monteverde (ed.) Heidegger y la hermenéutica, Buenos Aires, Teseo.
Sartre, J. P. (2011), La náusea, Madrid, Alianza Editorial

Ficha para casa y rubrica de la evaluación 

“La Náusea me concede una corta tregua. Pero sé que volverá; es mi estado normal. Sólo que hoy mi cuerpo está demasiado agotado para soportarla. También los enfermos tienen afortunadas debilidades que les quitan, por algunas horas, la conciencia de su mal. Me aburro, eso es todo. De vez en cuando bostezo tan fuerte que las lágrimas me ruedan por las mejillas. Es un aburrimiento profundo, profundo, el corazón profundo de la existencia, la materia misma de la que estoy hecho.” 
Sartre, La náusea, página 131


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